Cuando la arquitecta francesa Anne Lacaton y su socio Jean Phillipe Vassal concluyeron sus estudios en Burdeos, a principios de los ochenta, iniciaron su otra carrera en Nigeria, país al que se mudaron durante cinco años y donde tuvieron que adaptarse a un entorno radicalmente opuesto, que sí necesita de la habitabilidad, pero que si de algo prescinde es de arquitectos y de dinero.
De vuelta a Francia, crearon un despacho para aplicar sus renovadas ideas.
Lacaton las resumió ayer en Santiago, en la jornada de cierre de las Encontros Internacionais de Arquitectura, donde apostó por desarrollar nuevos tipos de viviendas basados en la «economía de los recursos y de la energía».
El discurso propuesto por la arquitecta gala casó perfectamente con la sostenibilidad y la función social de la arquitectura, el tema de estos encuentros. «Los arquitectos deben trabajar hacia la generosidad», reivindicó Lacaton, tras insistir en que «hay muchas familias que no pueden acceder a una vivienda digna».
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